MOLINA

El Último Viaje del Barco de Leandro Cantero

Efemérides: en julio de 1966, dejó de navegar el barco de Leandro Cantero.

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Paco Ayuso

En julio de 1966, dejó de navegar el barco de Leandro Cantero. Este mes de julio se conmemora el 58º aniversario desde que el mítico barco dejó de cruzar el río, que transportaba personas, ganado y enseres. En sus últimos días, el coste era de una peseta o lo acordado para usos diarios.

El barco de Leandro Cantero estaba amarrado cerca de la ermita, donde también se encontraba su casa. Sin embargo, había otro barco en el lugar donde hoy se encuentra el puente del paraje, operado por una sociedad que inició sus operaciones en 1935.

Si hay una estampa del recuerdo y de la historia en Molina de Segura, especialmente en forma de antiguas fotografías, es sin duda el recuerdo del que fue Barco de Leandro, antes sus antepasados lo habían hecho cruzando el río durante casi 200 años con esta modalidad y forma de ganarse la vida. Hacia el año 1766, la familia de Cierva Codorníu arrendó el servicio a la familia Cantero, quienes más tarde lo adquirirían definitivamente. El cruce del río en barco fue un negocio rentable durante muchos años, llegando a contar con hasta tres hombres turnándose al día en el oficio de barqueros. Leandro lo hizo toda su vida, salvo el periodo que estuvo en Rusia con la División Azul.

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El último barco de Leandro dejó de cruzar el río en julio de 1967. Aunque inicialmente se planificó como un descanso temporal de verano, el cese se volvió definitivo. Había sido construido por la carpintería Esteban Romero López, situada entonces frente al cuartel de la guardia civil. Por otro lado, el barco del paraje, que era más nuevo y también administrado por una sociedad desde 1935, compitió en el negocio durante las décadas de los años 30, 40 y 50. Sin embargo, hacia la década de los sesenta, ya no era rentable, dando paso a la construcción del puente del paraje.

El barco era movido por una maroma de acero, anteriormente de cuerda, y el servicio operaba hasta las 00:00 horas. En ambos puntos de paso, había un sistema para despertar al barquero fuera de horario. Leandro tenía una campana, mientras que la sociedad del barco del paraje usaba una cuerda con un bote de piedras, que al moverse hacía sonar las piedras en forma de campana avisadora. Este servicio merecía una buena propina.

Los barcos eran un punto de encuentro para la juventud, que se reunía para bañarse en el río, bucear y cruzar bajo el agua, o incluso hacer la travesura de soltar el barco para que lo arrastrara la corriente, siendo también un lugar de encuentro y zona de ocio. Quienes utilizaron el servicio lo recuerdan como una experiencia muy bonita y divertida. El barquero tenía allí su casa, al borde del río y con una profundidad de tres metros de hormigón.

En julio de 1967, Felipe Julián Hernández despidió al barco de Leandro en un extenso reportaje en el diario Línea, marcando el último adiós tras 200 años, con fotografías del barco ya en tierra, abandonado a su suerte. Era el fin y el último adiós del mítico Barco de Leandro Cantero, el último barquero de Molina de Segura.

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