Rompiendo Tabúes: La lucha continúa en la comprensión y tratamiento de la depresión
El pasado 13 de enero se “celebró” el día Mundial de la lucha contra la Depresión. Esta fecha se escogió allá por el año 2010, con dos objetivos muy marcados; El primero, combatir el estigma de este trastorno y el de las personas que lo sufren. El segundo, sensibilizar y ayudar a la población en la tarea de comprender esta compleja enfermedad.
Desde que en 2020 llegara a nuestra vida la dichosa pandemia, tanto la sociedad cómo los políticos entendieron que no sólo nuestra salud física estaba en juego, también nuestra capacidad de resistencia mental y la capacidad de adaptarnos a nuevas realidades. A esta capacidad los profesionales de la salud mental solemos llamarle resiliencia, palabra que quizás usted haya leído u oído previamente, y que tiene bastante “chicha” para los del gremio. Y no sólo eso, los profesionales de la salud observábamos atónitos pasados los primeros meses de la pandemia una ola más silenciosa… Un gran número de personas acudía con síntomas de ansiedad, depresión y malestar a los servicios públicos y privados de salud mental. Estos datos se confirmarían en el siguiente boletín del Instituto nacional de Estadística, dónde se observaba un aumento importante de personas con síntomas depresivos. Gracias a esta pandemia “b”, la sociedad se vio obligada a romper con el tabú de la salud mental e incluirla en el debate público cómo un reto más dentro de nuestro sistema de salud. Por lo tanto, el primer objetivo marcado en el 2010 de desestigmatizar la depresión y la salud mental, va por buen camino.
Sobre el segundo objetivo, el de sensibilizar y ayudar a la población a entender que narices es esto de la depresión, creo que no vamos tan bien orientados.
Lo más importante y que creo que los profesionales de la salud deberíamos poner más empeño es en dejar claro que la depresión es una enfermedad. Una enfermedad con sus síntomas, sus tiempos y sus tratamientos. Cómo enfermedad qué es, tiene sus causas y también tiene variables protectoras que nos ayudan a prevenir su aparición. Dicho de otro modo, a nadie le resulta raro que lavarnos las manos ayuda a no contraer enfermedades, pero, ¿Tenemos tan interiorizada la forma de cuidar de nuestra salud mental?
A lo largo de la vida, cómo seres humanos que somos, nos enfrentaremos a todo tipo situaciones. Generalmente serán positivas, pero también es posible que aparezcan momentos duros, que nos pondrán al límite y en ocasiones nos sobrepasarán por completo. Esto forma parte de la condición humana, y cómo se dice en estas tierras “En tos laos cuecen habas”. Estas experiencias van en el pack de la vida, y cómo las ofertas de refrescos del supermercado son indivisibles. Todo eso de sin luz no hay oscuridad que dicen en las películas, pues mire, tiene su parte de verdad. De hecho, si le sirve de consuelo, hay personas que cuando lo tienen todo se sienten vacías y caen en depresión, así que mire por dónde no viene tan mal una mala racha de cuando en cuando.
Bromas aparte, lo que intento explicarle es que estas situaciones vitales pueden suponer un desencadenante o un factor añadido para que se dé un trastorno cómo la depresión, pero nunca la depresión en si misma, y además, todo lo que sepamos sobre cómo funciona y lo que podemos hacer para prevenirla, nos ayudará ante dichas situaciones. En pocas palabras, una mala racha puede pasar a depresión si no le ponemos remedio cuando todavía hay tiempo.
La depresión es una enfermedad con sus síntomas, su diagnóstico, sus tiempos y sus tratamientos, tanto farmacológicos cómo terapéuticos. Y no solo eso, dentro de la depresión hay bastantes tipos, y aunque compartan síntomas, no tienen por qué ser iguales. A la vista está, personas que han tenido vidas propias de una película de terror y aun así son capaces de ver el lado positivo de su historia y otras personas que sin motivo aparente caen en un estado depresivo severo. Y aquí es donde entran las causas.
Las causas de la depresión son variadas e incluyen factores físicos, psicológicos y ambientales. Por ejemplo, las mujeres tienen 3 veces más probabilidades de sufrir depresión, sobre todo a partir de los cincuenta años. Las personas desempleadas o con renta baja también tiene más probabilidades. Los genes y el estilo de vida también tienen su parte de culpa. Y por último y no menos importante, los factores psicológicos, que mal resumido vendría a referirse a todo aquello que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida sobre cómo funcionamos y lo que podemos hacer al respecto.
Bueno, y después de todo esto, si tengo a una persona atravesando esta situación en mi entorno, ¿cómo puedo ayudarla? En primer lugar, la comprensión y el apoyo son claves. No juzgar y mostrarse cercano es el primer paso para que esa mejore su situación.
En segundo lugar, buscar ayuda. Para eso están los profesionales de la salud mental. Profesionales de la psicología y de la psiquiatría. Dependiendo del caso y del diagnóstico, pues será más importante uno u otro. También es importante lo que usted crea. Si piensa que comprarse un perro le va a ayudar, posiblemente el hecho de hacerlo mejore su situación. Los del gremio llamamos a esto profecía autocumplida. Pero si lo del perro no lo ve claro, le recomiendo encarecidamente que pida ayuda a un profesional, tanto si es para usted directamente, cómo si es para una persona cercana que lo está pasando mal. Hágame caso, sabemos ayudarle.