La Democracia y unas infusiones.
Desde hace un par de décadas, algunos patios interiores repartidos por la ciudad se habían convertido en jardines botánicos y temáticos. Ambientados con música clásica interpretada por los mejores alumnos del conservatorio, propiciaban momentos de relax donde poder intercambiar conversaciones de una forma muy agradable. Y allí estaban nuestros amigos Antonio y Jesús ante sendas infusiones, mirándose a los ojos y sonriendo.
-Pronto tenéis elecciones, ¿verdad? -dijo Antonio
-Cierto, -le respondió Jesús- En los viejos tiempos venían los mítines gritones, las mentiras envenenadas y las promesas que nunca se iban a cumplir. La compra y venta de votos, de voluntades y de favores. Los diferentes partidos luchando por demostrar quien la tiene más grande, ya me entiendes. Pero aquí lo hemos solucionado de una forma singular.
Antonio, poniendo cara de estar muy interesado y mirando a todos los rincones del jardín, como si le fueran a informar de algo inusitadamente trascendental, le dijo:
– Cuenta, cuenta.
– Es una historia un poco larga que de hecho todavía está sucediendo…
– Bah, tenemos todo el tiempo del mundo…
-Entonces sigo. Hace unos años que tenemos un periódico local en el que colabora todo aquel que lo desea. En sus inicios comenzó a colaborar una especie de artista visionario, propietario de una pequeña tienda de materiales artísticos. En sus escritos hablaba de un futuro ideal en el que todos los problemas tenían solución y, la verdad, cuando se analizaban sus textos, así lo parecía. Un día le dio por tocar el tema de la democracia y basándose en sus análisis descubrió que el simple hecho de ir a votar cada ciertos años, no podía llamarse democracia. Reflexionando constató que los que llegaban a las altas esferas de poder eran siempre los mismos. Casi siempre pertenecientes a una clase social demasiado acomodada y sin los conocimientos suficientes para solucionar los verdaderos problemas de la sociedad. Lo peor de todo era esa estructura basada en partidos políticos que con sus listas cerradas y sus batallas por el poder tanto dentro como fuera de ellos acababan ensuciando todo lo que se llamaba política.
-¿y?…
-Pues si el problema eran los partidos… pues se trataba de prescindir de ellos… y de las elecciones.
-¿Cómo?
Parece muy reaccionario, ¿verdad?.
-Pues sí. Pero, ¿cómo lo hicisteis?, me tienes en ascuas.
-Básicamente, se presentan dos listas. Una para gobernar y otra para controlar al gobierno. Todos son voluntarios. Se meten los nombres en dos bombos y se van sacando alternativamente hasta completar el total de concejales. Todos los concejales cobran lo mismo: dos veces el salario mínimo con dedicación exclusiva. En caso de corrupción, las penas son muy severas. Todavía no las hemos aplicado nunca. Todos los concejales pueden proponer ideas, pero para aprobarlas se precisa de un mínimo de tres quintos.
-¡Qué fuerte! ¿Y se consigue esa mayoría?
-Casi siempre, parece increíble, pero se dialoga y se convence a los demás.
-Parece fantástico. Cuéntame más.
-¿Recuerdas aquello de los círculos de Podemos? Pues lo hemos recuperado por barrios. Se reúnen periódicamente y tratan de las necesidades del barrio. Lo dirigen los más ancianos del barrio y todo se decide en asamblea para luego llevarlo al pleno del ayuntamiento. Hemos eliminado aquello de los presupuestos participativos, pues era una pérdida de tiempo.
-¿Y funciona?
-Pues esta va a ser la tercera legislatura y, no solo no hemos tenido problemas, sino que ahora hemos conseguido que las cosas se hagan y se avance… Hay municipios que se han apuntado a este movimiento con distintas variantes como Valdepiélagos, Liérganes y Penagos. ¿Te imaginas que se establece a nivel nacional?
Y siguieron charlando, con sus infusiones, intentando mejorar el mundo… Al menos en su imaginación.
■ Paco Tortosa
La Tina de Cosas
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