MOLINA

Jesús Fuentes: Cuatro décadas al volante en Molina y cartógrafo de sus calles

Hay rostros que son intrínsecos a la historia de una ciudad, y en Molina, uno de esos rostros es el de Jesús Fuentes. Conocido cariñosamente simplemente como “Fuentes” entre los lugareños, este taxista ha sido testigo de la evolución de Molina desde el asiento del conductor durante cuatro décadas.

Me conocen como Fuentes”, dice con una sonrisa nostálgica, “llevo 40 años en el taxi, he vivido muchas anécdotas, de todo un poco”. Aunque los buenos momentos superan a los malos, su carrera no ha estado exenta de sacrificios.

Su pasión por la geografía, un amor nacido en su infancia, lo llevó inicialmente al mundo de los camiones. Viajó de Abarán a Alemania, de Madrid a Italia, explorando diferentes rincones del mundo. Pero esta vida nómada lo alejó de su hogar y familia. “Vivía en el camión”, recuerda Fuentes. El deseo de cercanía lo llevó al mundo del taxi, una decisión que cambió su vida.

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Pero, además de ser un taxista dedicado, Fuentes también demostró habilidades cartográficas notables. En una época sin GPS, creó meticulosos planos a mano de la huerta local y las calles de la ciudad. “Tengo planos de la huerta arriba y abajo, hechos por mí a mano”, relata. Su conocimiento detallado del terreno y su habilidad para navegarlo hicieron que fuera más que un simple taxista; era el cartógrafo no oficial de Molina.

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Sus diarios, meticulosamente mantenidos durante 40 años, son testigos de sus viajes, pasajeros, tarifas y más. “Escribo entradas y salidas, a quién llevé, lo que le cobré… tengo un armario con todos los diarios”, dice con orgullo.

El paisaje de los taxis ha cambiado drásticamente desde que Fuentes comenzó. La introducción de tecnologías como el GPS y la aparición de servicios como Uber han alterado la dinámica. Pero, según él, mientras haya un buen servicio, siempre habrá un lugar para los taxis tradicionales, especialmente en una ciudad próspera como Molina.

“Tenemos un muy buen servicio, buenos vehículos”, asegura Fuentes, refiriéndose a la flota local de 14 taxis. Estos taxis se organizan de manera que garantizan un servicio equitativo para los conductores y pasajeros.

Al reflexionar sobre el futuro del oficio, Fuentes ofrece un consejo a aquellos que consideran entrar en la profesión: “En primer lugar, que le guste. En la vida, donde más tiempo se está es en el trabajo. Lo importante es que le guste lo que está haciendo. Ser un buen profesional, responsable y dar un buen servicio”.

Con su compromiso inquebrantable hacia su oficio, su habilidad como cartógrafo y la comunidad de Molina, Jesús Fuentes es una verdadera encarnación de la dedicación y el espíritu de servicio. Una leyenda viviente que ha recorrido las calles de Molina, llevando a generaciones de pasajeros con seguridad a sus destinos.

Algunas anécdotas de Fuentes

Atravesar cuatro décadas como taxista en Molina, da para muchas historias. Jesús Fuentes las ha vivido todas. Algunas son divertidas, otras peligrosas, y otras simplemente tristes.

Nacimiento a bordo

Una noche, mientras Jesús conducía por la calle Nueva, fue abordado por una joven embarazada. Estaba a punto de dar a luz. En pleno trayecto, la joven rompe aguas. Jesús, sin perder la calma, coloca un hule en el asiento y conduce velozmente hacia el hospital de la Arrixaca. A su llegada, personal médico los esperaba en la puerta. Este año, en un bar local, la joven presentó a Jesús a su hijo, ya con tres hijos propios.

El coche atrapado

En una madrugada, un joven enamorado que había llevado a su cita al campo, se encontró con su vehículo atrapado en un bancal. Sin solución a la vista, llamó a Jesús para que lo rescatara. Cuando nuestro taxista llegó al lugar, encontró al joven cubierto de barro y desesperado por escapar de la escena, temiendo la vergüenza. Esa noche, Jesús se llevó no solo una tarifa, sino una generosa propina.

Las citas de los mayores

Durante años, Jesús se convirtió en el chofer de confianza de dos ancianos que, tras cobrar su pensión, frecuentaban lugares nocturnos en busca de compañía. Era un ritual mensual. Los recogía, los esperaba y luego los llevaba de regreso. A pesar de las risas y chistes compartidos, había un tono melancólico en esas noches.

Los peligros del oficio

Con el paso del tiempo, Jesús notó cómo los riesgos asociados al taxi cambiaron. Mientras que antes los pasajeros a veces simplemente no pagaban, con el auge de las drogas, los peligros se intensificaron. En varias ocasiones, fue amenazado. Una noche en Las Pullas, un hombre le puso una daga en el cuello en un intento de robo. En otra, mientras llevaba a un cliente regular a Mula, se vio envuelto en un tiroteo entre su pasajero y la Guardia Civil.

Dejada en la puerta

La anécdota que más le ha dolido a Jesús es el triste relato de una anciana que, de hijo en hijo, era constantemente rechazada. Un día, después de llevarla a la casa de uno de sus hijos, el familiar se negó a recibirla. Con lágrimas en los ojos y su vida resumida en una pequeña bolsa, Jesús la llevó de regreso al hogar anterior, donde también fue rechazada. Esta historia, más que ninguna otra, revela las dolorosas realidades que a menudo se ocultan detrás de las puertas cerradas de nuestra sociedad.

Con cuarenta años al volante, Jesús Fuentes ha sido más que un taxista. Ha sido confidente, rescatista y testigo de la condición humana en Molina. A través de su mirada, descubrimos las historias humanas que suceden en las sombras de la noche y bajo el sol del mediodía. Las historias que nos hacen reír, llorar y reflexionar sobre la vida y las decisiones que tomamos.

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