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El agua y la muerte… de la huerta.

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Paco Tortosa

Yo nací en plena huerta un fresco día de primavera, junto al río Segura, entre naranjos y hortalizas.

Había entonces acequias, brazales y azarbes encargados de repartir ese dulce y fresco líquido sin el cual no podríamos sobrevivir. Todos estos canales de riego estaban  flanqueados por ambos lados de frutales y árboles de ribera donde los pajaritos tenían refugio y  comida. Abundaban las aves insectívoras que nos libraban de molestos mosquitos a las que ayudaban murciélagos y ranas. Los sapos y los erizos colaboraban en el control de otras plagas. No era necesario fumigar.

El agua se utilizaba deforma inteligente: Se regaba “a manta” en la época que el cultivo lo necesitaba y se hacía coincidir el cultivo con la mayor abundancia de agua. El agua sobrante se devolvía al río.

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Periódicamente sufríamos inundaciones o mas bien crecidas en las que las aguas cargadas de limo inundaban las tierras lo que a fin de cuentas nos daba un riego extra con abono incluido ideal para plantar nuevos cultivos. Como las crecidas eran en primavera y otoño solo había que estar prevenido para no tener malas consecuencias.

Luego vinieron los entubamientos y el cementado de canales que se convertían en una trampa para personas y animales. Las arquetas y sifones se convirtieron en criaderos de mosquitos y como la fauna no conseguía controlarlos, porque no tenía donde vivir, vinieron las fumigaciones y los venenos llegando a la agonía actual de la huerta.

Basuras

Todas las casas de la huerta poseían un estercolero al que iba a parar el estiércol de gallinas, pavos, conejos, cerdos, ovejas o vacas cuando se las tenía. Los restos orgánicos de la casa o de los bancales también iban a parar allí. Cuando estaba debidamente curado se utilizaba para abonar las tierras por lo que no se necesitaban abonos sintéticos.

Con la aparición de los supermercados y las grandes superficies se acabaron los envases retornables comenzando el tiempo del usar y tirar. Los blisters lo invadieron todo. Así estamos llenos de basuras por todas partes. 

El trasvase

Un día alguien decidió que en las provincias de Alicante, Murcia y Almería faltaba agua. Y se comenzó a construir la mayor obra hidráulica de este país. Un canal que traería las aguas de la cabecera del Tajo a nuestro querido Segura. Mientras estas obras se hacían algunos “listos” con información privilegiada iban comprando tierras de secano aledañas al trazado del canal para asegurar un futuro a sus inversiones. El canal nace en los embalses Entrepeñas y Buendía y desemboca en el Talave situado en el rio Mundo, un afluente del Segura. Mezclando sus aguas con las del Segura. Y ahí está la trampa: Creen los gestores que en todo el trayecto no hay pérdidas por lo que toman del río lo que en su momento tomaron del Tajo, como si no se produjese ninguna pérdida en el trayecto, robando en la operación lo que pertenece a la huerta. De esta forma la huerta fue teniendo cada vez menos agua. Y el agua es la vida.

El regadío del secano.

Los “listos” que compraron los secarrales tuvieron su recompensa. De repente contaban con toda el agua que necesitaban para convertir el secano en regadío. Y lo hicieron. Grandes plantaciones de limoneros surgieron por doquier. Hasta el punto de hacer caer los precios por debajo  del coste de producción lo que trajo la ruina a algunos pequeños agricultores. Los grandes nunca pierden.

Latifundios, exportaciones y mercados de futuros.

El latifundio explota la tierra, y al ser humano. Solo beneficia a unos pocos, arrasando con el resto, da igual que sean personas, animales o el propio planeta. La tierra es envenenada para conseguir cosechas uniformes  y rápidas.

Lo que a diario nos venden en los noticieros como creación de riqueza es en realidad todo lo contrario. La mal llamada huerta de Europa es en realidad el mayor disparate que hemos creado. Lo que en realidad estamos exportando es agua. Un agua que no tenemos y que hay que traer de muy lejos. Y lo peor es que el agricultor no se beneficia pues la competencia de las explotaciones agrícolas es feroz, y el consumidor sale perjudicado por la subida de precios que se aplican a todos los productos exportables. Si queremos comer barato nos tenemos que conformar con productos de calidad inferior no aptos para su venta en el extranjero o incluso productos importados de países subdesarrollados donde no se respetan los derechos laborales ni las legislaciones sobre plaguicidas o fito-sanitarios.

Lo de los mercados de futuros es otro disparate que ha llegado a nuestra tierra. Básicamente se trata de vender los productos mucho antes de que se produzcan. Imaginemos que se venden para el año que viene 10,000 lechugas. Para asegurar esa venta se plantan 30,000 repartiéndolas en tres localizaciones diferentes por si  se produjese mal tiempo y se perdiese la cosecha. Llegado el momento de la entrega se destruye la producción sobrante para que no haya una bajada de precios. En resumen: mientras una parte de la humanidad muere de hambre, aquí jugamos a destruir comida y mientras el español medio no llega a fin de mes ni puede llenar su cesta de la compra.

El agua desperdiciada.

Presumimos como región de un uso inteligente del agua. Se habla de los riegos por goteo como el mayor invento en los planes de riego. Pues bien, os digo, el riego por goteo desperdicia mas agua que cualquier método. Al inyectar agua cerca del árbol impide el crecimiento de sus raíces y el árbol necesita mucha más agua. Por otro lado si la tierra es inadecuada para el regadío se pierden cantidades ingentes por filtración que no van a ninguna parte.

Tenemos la huerta cada vez más construida desperdiciando nuestras mejores tierras que son las de los valles de los ríos mientras regamos los secarrales que antes producían uvas, aceitunas, almendras y cereales simplemente aprovechando el agua del cielo. El agua que se vierte en tierras no aptas para el regadío se pierde.

Vivimos un auténtico disparate.

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